miércoles, 26 de junio de 2013

GERRIT RIETVELD, EL LEGADO DE UN HOMBRE SIN TÍTULO

Foto: Silla roja y azul

Foto: Sideboard


 Foto: Casa Schroder

Foto: Gerrit Rietveld 


Voy a compartir esta vez, la historia interesante de un hombre diferente. Y me ha llamado la atención su historia - ahora que está tan de moda los títulos, doctorados, PHDs y otras presuntuosidades por el estilo, -  porque fue una persona que sin tener título universitario, fue capaz de transgredir la arquitectura mundial a tal punto de ser hoy por hoy, un referente importante de la arquitectura moderna

Se trata del artista y arquitecto holandés Gerrit Rietveld, con vasta obra a lo largo de toda su vida y que sin embargo, se le conoce mayormente por la "Casa Schroder" y por la "Silla roja y azul".

De su biografía se destaca que Rietveld nació en el año 1888 en la ciudad holandesa de Utrecth. A los 11 años dejó los estudios escolares para trabajar ayudando en la ebanistería de su padre ubicado en el piso bajo del hogar, destacándose tempranamente en el dibujo y diseño de muebles. Descubierto su talento, decidió seguir varios cursos nocturnos de arquitectura con un destacado arquitecto que fueron fundamentales para afianzar su vocación. Aquella fue su única formación profesional que sin embargo fue suficiente para destacarse a lo largo de su  vida en la orfebrería, diseño de muebles, interiorismo y arquitectura.

Cuando se encontraba exitosamente trabajando en un orfebrería decidió casarse y con su esposa, tuvo seis hijos. Debido a las demandas económicas de su hogar regresó nuevamente a trabajar en la ebanistería de su padre, aunque muy pronto se independizó y fundó su propia empresa, de donde emergieron sus primeros muebles de diseño. Poco a poco fue ganando prestigio y se fue haciendo conocer por importantes aquitectos  y personalidades de la sociedad que se encargaron de difundir su talento.

Una de sus principales obras, la famosa "Casa Schroder", fue encargada por la viuda de Frits Schroder, Truss, quien había conocido desde antes a Rietveld, ya que le diseñó y construyó un estudio de trabajo en su antigua vivienda. Cuando falleció su marido, buscó al arquitecto para que le construyera una vivienda donde tanto ella como sus hijos, pudieran compartir al mismo tiempo estancias privadas y comunes, a la vez que disfrutar del entorno natural que rodeaba a la casa.

Rietveld lo consiguió, creando una vivienda con una combinación de acero, ladrillo y vidrio y en cuyo piso superior destacaban unos paneles deslizables, que transformaban la vivienda en las estancias que requería la viuda. Además no solamente construyó la vivienda sino también diseñó su mobiliario, constituyéndose todo el conjunto en una auténtica revolución tanto en el barrio como en la ciudad, ya que rompía todos los esquemas de lo que hasta ese entonces prevalecían, es decir las casas señoriales y conservadoras características de la época. Este tipo de arquitectura se la conoce como Neoplasticista.

Se dice que parte del mérito del diseño de la casa corresponde también a Truss, quien era una farmaceútica con vocación frustrada de arquitecta y que vivía una existencia anodina al ser una simple ama de casa dedicada al cuidado de sus hijos y de su esposo, en una vivienda también oscura y conservadora. Cuando conoció a Rietveld, en cierto modo pudo dar rienda suelta a todas sus aspiraciones artísticas, ya que compartían la misma forma de entender la arquitectura, de tal manera que influyó en la toma de decisiones en cuanto a cómo debía ser la casa, convirtiéndose posteriormente a lo largo de toda la vida del arquitecto en su apoyo, no solamente profesional sino también afectivo, ya que llevaron una relación sentimental discreta, al ser Rietveld casado. Fue tanto el apoyo que recibió que hasta le financió la construcción de un grupo de viviendas populares, ya que Rietveld siempre manifestó una especial preocupación por los problemas sociales.

Truss vivió en la "Casa Schroder" hasta que falleció y constantemente la tuvo abierta para recibir a los visitantes que deseaban conocerla, consciente de su importancia dentro de la arquitectura moderna. 

Rietveld murió a los 66 años después de toda una vida de creatividad, evidenciando sin duda su talento innato y su calidad personal.


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